Algunas cosas de la vida se dan de maneras tan mágicas, tan especiales, que a veces piensas que el destino rige más de lo que queremos admitir.
Aquella tarde me dijeron que debía evaluar a un paciente chico. Un WISC, el clásico. No me acordaba de nada, debo confesarlo. Si lo apliqué una vez fué mucho. Es primera vez que en mi pega se me exige hacer algo que no quiero hacer. Desempolvar los viejos manuales para leerlos al día siguiente no fué difícil. Encontrarme con lo que me encontré adentro si lo fué. No recuerdo el día en que dibujaste esos monitos, no recuerdo el motivo, pero estaban ahí, con todos los sentimientos con los que estaban cargados. No demoré muchos segundos en recordar porqué tenían tan olvidado ese período de mi vida. Pero sabes, fué lindo. Te confieso que pensé en tí toda esa mañana, con añoranza, no me autoengaño, pero sin pena. Me acordé de tí hasta que me llamaste. Sé que tus motivos fueron otros, sé que no existe ninguna razón para que yo piense que tu me recordaste de la misma manera. Pero fué...no sé, curioso, bonito, el que justo me llamaras el día en que que tanto me acordé de tí.
Han pasado años, ahora estamos en paz tu y yo. Fuiste capaz de continuar bien con tu vida, y creo que yo también he sido capaz de continuar con lo mío. Costó para que lo lográramos, por lo menos de mi parte, pero sucedió.
Te pido disculpas si te molesta que ponga esto acá, pero insisto, que justo se haya dado esa casualidad es algo que quería compartir con los que quiero, y varios de esos ven mas seguido mi blog que a mi mismo.
Desde Dagobah,
Alvaro J.