Friday, May 19, 2006

Fuera del Box

Cansado, por decir lo menos, saliendo de la practica. Se va la Rosita, mi supervisora, y quedo a cargo de muchas cosas, asique he estado aprendiendo el hacer papeleos, tramites, cartas y demases. Ya un poco pasado la hora, me voy del servicio, con la intenciòn de juntarme con un grupo de amigos.
Voy a tomar la micro, y no puedo evitar ver a una chica con su brazo enyesado, uf pobrecita ella. Me subo, y me dirijo al único par de asientos que están desocupados, y me conecto los fonos, a escuchar un compilado de los Tres que me hice hace algunos días. Por lo general cuando ocupo un asiento nadie me acompaña, lo que no me sorprende. A la base están todas mis explicaciones: que soy muy "ancho" (pa no decir gordo), por lo ke no le dejo espacio al otro, o simplemente ke entre irse al lado de una wea fea como yo y alguien mas, la gente prefiere a ese alguien mas. Pero la chica del brazo roto, en vez de sentarse en todos los otros asientos desocupados, se sienta a mi lado, quedo estupefacto. Pasado un rato, no puedo evitar notar que la chica es muy linda, dentro de los particulares prototipos míos (los que saben saben), y comienza mi auto tortura: "Uta la wea..siempre así..... condenado a solo ver ilusiones, personas que pueden ser maravillosas y que nunca se cruzaran en mi vida, porque no las merezco....bueno, por lo menos puedo mirarlas...." . Entre la música de Henriquez y cols. y mis propias divagaciones, me doy cuenta de que esta chica comienza a presentar una creciente palidez y sudoración.....y una cara para nada buena....en ese instante (mas o menos a la altura del Mall) me llama mi hermana, que compra esto, esto otro...lo que, obviamente me obliga a sacarme los fonos.
Cuando termino de hablar con ella, y a partir de un impulso que no termino de entender, le pregunto: "¿te sientes bien?"... "estoy un poco mareada, pero gracias......", responde. "cualquier cosa me dices, no te preocupes" , le ofrecí mi ayuda, cosa que procuro no hacer, y menos a alguien que ni siquiera conozco. Pasados algunos minutos, el ataque de pánico se hace más y más evidente, naciendo, creciendo en intensidad.
Ya no puedo seguirme haciendo el weón, por lo que le digo: "si te sientes muy mal bájate, luego puedes seguir tu camino.."..... "sólo voy a Barros, y ya no falta mucho...", contesta."bueno, ve si puedes resistir" ... no pasan 40 segundos, estando a eso de la altura de la USS, se para y se va a la puerta. En otro de esos impulsos que no termino de entender, me paro y la sigo. Cuando ella baja de la micro, casi cae. Tengo que afirmarla. La tomo y la llevo al asiento del paradero, y , recordando a el gran Martínez, le hago un reentrenamiento en respiración, una técnica muy simple y efectiva, pero que implantar en el paciente resulta dificil, por sus propias características. Estamos en eso casi media hora: "respira, hazlo lento..concentrate.....yo estoy contigo, no te va a pasar nada...hazlo lento, siente el aire en tus pulmones..", instruyo, hablo. Pasado un rato la pregunto como esta y ella dice que muy bien. "Disculpa, soy un roto, Alvaro"...."..............." gracias por todo", dice. No recuerdo su nombre, por mas que lo he intentado, pero bueno, por algo será. "lo curioso es que justo iba a la psocóloga..." Le propongo: "vámonos caminando, no estamos lejos, así, si te sientes mal te puedes sentar"......"pero es peligroso caminar por Paicaví a esta hora" ....asegura, preocupada. "no te preocupes, yo he caminado por acá a las 3 de la mañana y no me ha pasado nada...y ni siquiera andaba sobrio" . Ella se ríe y accede, comenzamos a caminar: comienza contandome el cóctel de pastillas que le dió su psiquiatra para "estar bien" y de que la psicóloga la ha ayudado mucho.. "pero lo que más me ayudó fué leer "el sentido de la vida"...." "¿Víctor Frankl?", pregunto. "sí", ella responde. Sorprendido, comenzamos a hablar de la logoterapia y el analisis existencial, le cuento que el año pasado conocí al Dr. Alfried Längle, que he leído algunos de sus trabajos, y que él es una perosna con mucho carisma "una de esas personas que te dan ganas de contarles todo, que te dan confianza", le digo. "como tú,...apenas te conozco y ya te he contado todos mis problemas...." .
Seguimos el camino, llegando a Barros. Su camino es distinto al mío, nos despedimos, me agradece por ayudarla, beso en la mejilla, y un chao. La veo alejarse, y sigo mi camino, despues de todo voy muy atrasado a la reunión con mis amigos. Fué bueno ayudarla, pero creo que ella me ayudó mucho más a mí. Me saqué mi prejuicio de "no actuar como terapeuta fuera del box", y creo que, dentro de lo razonable, ayudaré, aunque nunca cayendo en la falacia de que me las puedo todas. Nunca sabré el nombre de ella, y estoy seguro de que nunca volveré a verla, fuí solo un instante en su vida, lo mismo que ella para mí. Pero me saqué el miedo de hablar, de ayudar, de estar.
Parece que al final de todo no soy un weón tan desagradable.
Desde otro punto de vista,
Alvaro J.

Sunday, May 07, 2006

Procesando Experiencias

Cuando nos pasan cosas fuertes, inesperadas o simplemente no deseadas, es posible que nos quedemos pegados. Dependiendo de nuestra capacidad de asimilación, de "integrar" las experiencias dentro de nuestro sentido vital, podemos llegar a procesarlas o quedarnos estancados.
Cuando atendí pacientes, ví muchas historias que pintaban para las mejores sillas vacías, personas con asuntos pendientes de años, que han armado sus vidas y su sentir a partir de ese evento que les sucedió.
Si nos preguntamos y nos miramos seriamente, nadie puede decir que no tiene asuntos inconclusos, "gestalts sin cerrar", (como nos gusta decir a los que tenemos el privilegio de leer cosas de ese enfoque), pero aprendemos a vivir, a seguir.
No hace mucho tiempo la vida me dió la oportunidad de expresar, sentir, dar y recibir la conclusión de un asunto que me mantuvo comportándome como un insensato durante mucho tiempo, suceso alrededor del cual tejí muchas emociones, historias y relaciones, una mochila que estuve arrastrando mucho tiempo, que se volvía pesada.
Sé que ahora podré mirar distinto, que podré mirar al pasado con mas paz, no sin arrepentirme de las estupideces hechas, pero asumiendo lo hecho, sentido y vivido en un perído de alegrías y sinsabores.
Desde un lugar mas cercano,
Alvaro J.