Monday, June 23, 2008

En Terapia

-Mi nombre es María. No sé que se hace en una terapia.
-Dígame lo que está sintiendo en este momento.
-Mi único problema, es el miedo.
-Sólo tenemos un problema: el miedo.
-Yo tengo miedo de amar
-Las otras formas de miedo son mecanismos de defensa y superviviencia animal. El ser humano tiene un miedo especial y original: el miedo a amar.
-Y amar es la única cosa que realmente me interesa.
-Es el amor y no la vida lo opuesto a la muerte. Precisamos distinguir entre estar vivos o muertos.
-Claro, yo no estoy viva porque tengo miedo de amar.
-Usted no está muerta porque el amor es la única cosa que realmente le interesa.
-Precisamente por eso decidí venir a terapia.
-Precisamente por eso, con certeza, decidí ser terapeuta.
-Entonces, ¿los terapeutas son especialistas en el amor?
-No. los terapeutas son especialistas en el amor como cualquier persona. Yo tengo tanto miedo de amar como usted.
-¿Y cómo pretende ayudarme?
-Tengo muchos más años de miedo de amar que usted. Creo haber aprendido algo al enfrentarme con ese miedo.
-¿Amó alguna vez?
-Mucho.
-¿Cómo?
-Tal como estoy intentando y temiendo amarla a usted ahora.
-Yo no vine aquí para amarlo o para ser amada por usted.
-Entonces está perdiendo el tiempo. Cuando usted llegó, lo primero que hice fue preguntarme si quería y podía amarla. Me pareció que sí, y entonces sentí miedo. Eso demostraba que ya estaba amándola.
-Yo estoy empezando a sentir miedo ante usted.
-¿Cómo es ese miedo?
-Es difícil de explicar
-No lo explique. Sólo describa lo que está sintiendo. Olvide la palabra miedo y describa las sensaciones y emociones que experimenta en este mismo instante.
-Como usted dijo que me ama, yo en cierto modo me siento vulnerable, en peligro. como si me tuviera que defender de usted. Como si usted de repente me fuera a atacar. Estoy a punto de llorar.
-Y le tiemblan las manos.
-Mi corazón late muy fuerte. Tengo el cuerpo contraído. Me quiero ir.
-Huír del miedo. ¿Porqué no se va?
-¡No me puedo mover!
-¿Y entonces porque no llora?
-¡No quiero, no quiero!
-Se da cuenta que ahora tiene los ojos cerrados y el pecho aterrado.
-¡Deje de hablar, por favor!
-¡Llore de una buena vez, por favor!
-¡Me gusta......!
-Eso es. Deje salir el llanto. Así, relajando el cuerpo. Grite si tiene ganas. ¡Más, más fuerte!
-Yo quiero...me gusta...yo...yo quiero...quiero. Me gusta...yo quiero que usted me guste...
-Ya no está temblando.
-No sé que me pasó...
-Usted lloró lo que tenía que llorar. ¿Ahora se siente mejor?
-No sé. No puedo mirarlo a los ojos.
-Ya tiene el rostro mas relajado. ¿Todavía siente miedo?
-No. Siento verguenza.
-Comprendo. Usted ahora me parece una persona más agradable: quizá tenga verguenza de eso...
-Llorar es feo.
-Contener el llanto es lo que nos vuelve feos. Llorar es una necesidad que a veces necesita ser satisfecha.
-Quisiera poder mirarlo a los ojos.
-Yo me siento muy bien despues de su llanto. También estoy aliviado y con mucho menos miedo a que usted me guste.
-¿Por que? ¿Sólo porque lloré?
-No es poco. Yo sé que dificil es poder llorar y reír sin miedo, sin verguenza.
-¿Y que pasa cuando se pierde el miedo y la verguenza de llorar y reír?
-Quizá en el fin del llanto y de la risa esté el comienzo de nuestra capacidad de amar.
-Me gusta lo que usted me dice y tengo ganas de mirarlo a los ojos. Pero respóndame una cosa: ¿usted llora frente a los otros?
-Pues lloré un poco ahora mismo, cuando le dije que en el fin de la risa y de llanto tal vez se encuentra nuestra capacidad de amar.
-Pero, ¿Usted no usaba anteojos?
-Sí, me los saqué para que usted pudiera ver mejor mis ojos.
-Parece que lo estuviera viendo por primera vez. Como si usted fuera una persona completamente diferente.
-En cierto modo, eso es verdad. Ante usted perdí, ahora mismo, un poco de mi miedo a amar
-Pero dígame...¿cómo es su amor?
-Con cada persona es distinto. Sólo la energía es la misma. Creo que no existe un amor genérico. Le puedo decir como es ahora mi amor por usted.
-Creo que voy a sentir de nuevo miedo y vergüenza.
-Porque, en realidad, usted confunde el sentimiento con la posesión. Tal vez usted crea que debemos poseer las cosas y las personas a las que amamos.
-Sí, es eso. ¿Y cómo, si no, podemos satisfacer nuestro amor?
-Sólo existe una forma de amor que implica una posesión provisoria del cuerpo de otra persona: cuando el amor reclama sexo para completarse. Y aún así, la relación sexual no llega a ser una posesión. Después de un orgasmo, los cuerpos necesitan separarse. Yo siento que es siempre más placentero y mas lindo el amor en mí cuanto menos me siento poseedor de las personas que amo, y cuando esas personas se sienten menos poseídas por mí. En el sexo y en las otras formas de amor también.
-Pero el sexo es importante.
-Para quien está sexualmente insatisfecho. Usted, en este momento, ¿tiene ganas de llorar?
-No. Y no siento miedo ni vergüenza. ¿Me puede decir como es su amor por mí?
-Bueno: no siento atracción sexual hacia usted. Y no siento lástima de usted. Yo me sentía y me sigo sintiendo muy bien a su lado. Y quisiera saber que hay al otro lado de la puerta...
-¿De la puerta?
-De su miedo de amar. Me parece que es el miedo a poseer y a ser poseída. En fin: algo muy fuerte dentro de usted que le impide convertir a otro en un objeto o ser objeto de alguien. Y le aclaro: yo creo que eso es algo bueno, algo muy saludable que usted tiene. Quizá la intuición de que eso existía en su interior es lo que me ha llevado a sentir que usted me gustaba.
-¿Y qué es eso bueno que tengo dentro?
-Ya lo va a descubrir. Puedo decirle como es mi caso. Viviendo en una sociedad regulada por la posesión- de objetos y de personas que se vuelven bienes de consumo y de status, es decir, en instrumentos de poder- aquellos que no se conforman con poseer y ser poseídos sólo pueden vivir amedrentados y avergonzados. Si ese también fuese su caso, le garantizo que no será fácil de resolver solo con terapia.
-Pero, entonces ¿tiene solucion?
-Amar libremente a nuestro amor no-apropiador de personas o cosas es una forma muy peligrosa de vivir.
-¿Y como funcionan las apropiaciones?
-Nos inoculan permanentemente, desde niños, el miedo, y la verguenza de ser nosotros mismos, de vivir amplia y libremente nuestro amor no posesivo.
-Sepa, doctor, que yo estoy casada y tengo dos hijos. Y que estoy sintiendo algo muy fuerte y muy lindo en este momento. Siento...mucho amor por mi hijo mayor. El siempre nos ha dado varios dolores de cabeza. Se fué de la casa, dejó los estudios. ¿Sabe lo que estoy sintiendo? que él se parece mucho a uno mismo.
-¿A uno mismo?
-Sí. A usted y a mí.



Dedicado a quien le guste.